Un 8 de septiembre, en la provincia de Santa Fe, se fundó en 1856 una colonia agrícola, constituida por unos 900 agricultores suizos, leit motiv para el festejo de la fecha. Ellos iniciaron un camino que llevó, décadas más tarde, a que el país fuera definido como “el granero del mundo”. La conmemoración fue instituida en el 28 de agosto de 1944.
Esperanza es el adjetivo que mejor le cabe a los productores agropecuarios. Es que la esperanza anida en cada semilla que se vuelca a la tierra, que pasará a ser una planta y que al final de la campaña se convertirá en la cosecha que premiará el esfuerzo y el trabajo de todo un ciclo.
Y fue precisamente bajo ese nombre que, un día como el de hoy, en la provincia de Santa Fe se fundó en 1856 una colonia agrícola, constituida por unos 900 agricultores suizos, leit motiv para el festejo de la fecha. Ellos iniciaron un camino que llevó, décadas más tarde, a que el país fuera definido como “el granero del mundo”.
En el año 1944, el Gobierno nacional instituyó como Día del Agricultor y del Productor Agropecuario el 8 de septiembre de 1856, considerando la fundación de aquella colonia agrícola como “una fecha decisiva en el desarrollo de nuestra agricultura”, según señala el Decreto Nº 23.317 firmado el 28 de agosto de 1944. Esto constituyó un acto pleno de justicia que vino a enaltecer y dignificar el trabajo de la tierra; que otorgó a la sociedad una fecha para exteriorizar su reconocimiento y gratitud a tan honrosa labor.
La conmemoración fue instituida en recuerdo de la primera empresa colonizadora argentina dedicada a la agricultura, fundada en Esperanza (provincia de Santa Fe) por iniciativa de Don Aarón Castellanos, durante la gobernación de José M. Cullen. Los colonos eran 1.162, todos de nacionalidad suiza, y fue precisamente el 8 de septiembre de 1856 que cada uno tomó posesión de la parcela que se le había asignado. 54 años después, el 8 de septiembre de 1910, se inauguró en el centro de la ciudad de Esperanza (en la Plaza San Martín) el Monumento a la Agricultura Nacional.
Fueron tiempos en que, con sus altibajos, las políticas que tenían que ver con su actividad estaban dirigidas al desarrollo, al logro de mejores oportunidades para el país y para el bienestar del productor agrario y su familia.
Desde la memorable huelga agraria de 1912, que la historia reconoce como el Grito de Alcorta, el agricultor fue evolucionando hacia mejores alternativas de trabajo y dignidad, fruto de las conquistas emergentes de aquella rebeldía. Y aportó como pocos, o como nadie, a los mejores tiempos del país.
A su esfuerzo se sumaba toda una estructura nacional y de presencia internacional que proyectaba y daba valor a su producción. Hoy el Estado nacional está en deuda con el agricultor argentino, por la exacción de la que fue víctima durante años, obligándolo a transferir recursos hacia otros sectores. Y esta deuda sólo será saldada cuando se resuelva definitivamente su problema financiero y se establezcan políticas que habiliten la posibilidad de que el campo vuelva a ser rentable para los auténticos productores.
Hoy el campo es el principal sostén de la economía nacional, con millones de toneladas de cosecha, buena parte de las cuales generan importantes divisas en materia de exportaciones.
La agricultura desempeña un papel muy importante en el desarrollo de los pueblos, es imprescindible tomar conciencia de ello y aprender a valorar y difundir el esfuerzo y dedicación de los agricultores, y su inmenso aporte al progreso de las naciones y de la humanidad toda.
Entre tantas dificultades, ser agricultor hoy es casi una empresa quijotesca, pues en un mundo en el que el afán de lucro pretende devastarlo todo, mantener esa férrea voluntad de producir apegado a la tierra en un pequeño rincón del mundo tiene un mérito especial. Parece mentira que aún no todos comprendan el lugar que ocupa el sector agropecuario en las posibilidades de desarrollo de una Nación.
En definitiva, gran parte de lo que un país es se lo debe al trabajo de los agricultores. Y es con esta celebración que se pretende honrar a todos los productores agropecuarios del país, quienes con su trabajo y su permanente esfuerzo construyen los cimientos para la grandeza de nuestra patria.
En Pergamino
La economía lugareña también cuenta con una decisiva influencia del agro. En este sentido es meritorio destacar la jugada que los chacareros renuevan día a día por la producción, apostando a seguir sembrando, esperando que las buenas cosechas sean acompañadas por positivos resultados económicos.
Además, los hombres de campo están actualizándose en forma permanente sobre las nuevas tecnologías. Al respecto, es muy importante la labor que cumplen las entidades que los agrupan -que con toda lógica han comprendido que sólo con el gremialismo no alcanza-, como las empresas privadas y el Inta, en la generación y difusión de la tecnología.
Fuente: La Opinión de Pergamino